Ora...!

Íconos de Bose - estilo itálico - témpera al huervo en tabla telada y  yesada, cm 32x40
... raptado por su rostro que emergió del texto en Cristo el Señor...

Ahora, háblale a Dios, respóndele, a sus invitaciones, a su apelo, a sus inspiraciones, a las llamadas, a los mensajes que te ha revelado en la Palabra comprendida a través del Espíritu santo. No ves que fuiste acogido en el ámbito trinitario, en el inefable coloquio del Padre, del Hijo y del Espíritu? No te detengas aún a reflexionar, entra en diálogo y habla como un amigo con su amigo (Dt 34,10).

No busques ya de acomodar tus pensamientos a sus pensamientos sino apenas búscalo a Él. La meditatio tiene como finalidad la oratio. Has llegado! No seas un parlanchín espiritual; sin embargo, háblale con parresía, con confianza y sin temor, aleja la mirada de ti mismo, raptado por su rostro que emergió del texto en Cristo el Señor. Libera tus capacidades creativas de sensibilidad, de emotividad, de evocación y mételas al servicio del Señor. No te puedo dar más indicaciones porque cada uno sabe y conoce el encuentro con Dios y no se lo puede dictar a los otros ni describir nada de sí mismo. Qué cosa se puede decir del fuego cuando se está rodeado por él? Qué cosa se puede decir de la oración-contemplación al final de la lectio divina si no que ella es el arbusto ardiente que arde sin consumirse e inflama el corazón en el pecho del creyente llevándolo a arder de amor por el Señor?

Arte inefable de la experiencia de la divina presencia, la lectio divina pretende conducirte aquí, donde tu como, la Amada contemplas y repites las palabras del Amante con alegría, con sorpresa, olvidándote de ti. No pienses que este camino es siempre fácil, linear y viable hasta el final. Temor y amor apasionado, acción de gracias y aridez espiritual, entusiasmo y atonía corporal, palabra elocuente y palabra muda, silencio tuyo y silencio de Dios están presentes en simultaneo y se intercalan en tu lectio divina día tras día.
Lo que es importante es ser fiel a este encuentro: tarde o temprano la Palabra se abre camino en nuestro corazón, superando nuestros obstáculos, los obstáculos que están siempre presentes en un auténtico camino de fe y de oración. Solo quien mantiene la asiduidad con la Palabra sabe que Dios es fiel y que no falta al encuentro y habla al corazón, sabe que hay tiempos en que es rara la Palabra de Dios (1 Sm 3,1) a los cuales sobreviene la epifanía de la Palabra y sabe también que estos tiempos de dificultad, de incómodo, de aridez espiritual son una gracia que recuerda la distancia que aún existe del pleno conocimiento de Dios.

Da gracias a Dios por su Palabra ofrecida, por aquellos que te la anuncian y te la explican, intercede por todos los hermanos que el texto evocó en sus virtudes y en sus caídas, esfuérzate por unir el alimento de la Palabra con el alimento eucarístico. Conserva cuanto has visto, oído, gustado en la lectio, consérvalo en el corazón y recuérdalo, mantenlo en la memoria y camina en la compañía de los hombres, entre ellos, y humildemente dónales la misma paz y la misma benedición que has recibido. Tendrás incluso la fuerza para trabajar con ellos de modo a concretizar en la historia la Palabra de Dios en tu acción social, política, profesional... Dios tiene necesidad de ti como un instrumento en el mundo para construir los cielos nuevos y la tierra nueva. Otro día te espera, otro día en el cual tu, viendo a Dios cara a cara, mostrarás si fuiste o no carta viva escrita por Cristo, lectio divina para tus hermanos, el Hijo mismo de Dios.

tuyo Enzo

ENZO BIANCHI, Pregare la Parola. Introduzione alla «lectio divina»,
Piero Gribaudi Editore, Torino, 1990, pp. 101-103